No existen los parámetros objetivos. Por ejemplo, la ciudad de Kar, en Turquía, está necesariamente más lejos que Siberia, o la Polinesia, o las mismas Antípodas. No me he puesto a medir mapas ni a consultar guías Michelín del Cosmos, pero así me hizo sentir Orhan Pamuk cuando describía esa ciudad en un libro que escribió.
Observando, simplemente observando, llegué a una conclusión brillante. Me di cuenta que a partir del 28 de Octubre, anochece abruptamente más temprano. Descubrí así que la órbita que sigue la tierra alrededor del sol no es elíptica, como nos han hecho creer, sino cuadrada.
Y así se organiza el mundo: queda más cerca la casa de mis padres en Buenos Aires, que el estado de Durango, y Veracruz, donde vivo, es aguda, así como Londres es grave. (No sólo erudito, también brillante, han visto...)
Los olores que más me gustan, no ha logrado fabricarlos nadie: nunca he podido salir a la calle perfumado de café con leche con tostadas, por ejemplo.
De esta manera transcurren mis pensamientos,: llego, queriéndolo o no, a conclusiones parecidas a las de Borges: Los únicos paraísos reales son los paraísos perdidos.